Un pequeño poblado sin nombre, sin lugar en los mapas, un lugar que parece sólo existir en la imaginación de aquellos que escriben letras para que otros las lean… perdido lejos de las carreteras, en algún punto del sur marroquí se dibuja este increíble escenario, entre dunas imponentes, entre olas que descargan su furia contra las rocas… desierto y mar se abrazan mostrando la lucha de dos mundos, los extremos se acarician lejos de nuestros ojos que creen conocerlo todo… pequeñas embarcaciones para pescar morenas se amontonan desordenadas en la orilla, camellos cargados en busca de la civilización, caballos sin montura ni correas, gallinas deambulando libremente en busca de alimento… el sol del atardecer lo cubre todo y se extiende sobre el mar embravecido volviéndolo cálido… tiendas de campaña cubiertas de polvo y paredes de ladrillo, restos de antiguas construcciones a medio enterrar en la arena, sirven de hogar a los hombres de las dunas y sus misterios… Mi cámara, nerviosa por el silencio que parece observarnos, se topa con un niño extrañado que levanta unos viejos prismáticos para poder verme de cerca, se acerca con curiosidad y miedo, no pide dinero o comida como la mayor parte de los niños de las ciudades que habíamos recorrido por el alto Atlas, sólo mira la cámara, sonríe y se marcha… el coche aparcado quedaba fuera de lugar en aquel camino, regresamos sin cruzar palabra, nos fuimos con la sensación de haber cruzado una barrera hacia otro punto de la historia…
Muy bueno
Gracias
🙂