En julio de 1999 tuve la suerte de pisar por primera vez Hungría. Iba a realizar un curso de Música de 15 días en Esztergom, pequeña localidad en el llamado «recodo del Danubio», en la frontera con Eslovaquia.
Allí nos juntamos personas de 11 nacionalidades y el intercambio cultural y personal fue inmenso. Hice amistades para toda la vida y pude comprobar que las gentes de los países recién llegados a la UE (caso de Hungría) después de la caída del Muro son extremadamente hospitalarios y con muchas ganas de prosperar y abrirse al mundo. Los dos últimos días tuvimos el colofón visitando la capital, la inenarrable BUDAPEST, para mi una joya de la que quedé enamorado y a la que tengo que regresar. Ciudad-balneario y cruce de culturas, me pareció una ciudad bulliciosa y fascinante, muy occidental pero al mismo tiempo tradicional. Aconsejo a todo el mundo que se pase allí unos días porque el pueblo magyar no les defraudará. ¡¡Koszonom, Magyarorszag!!
Muy bueno, 🙂