En 1847 Louis-François Cartier retoma el taller de joyería de su maestro, Adolphe Picard, en París, y abre sus puertas a una clientela privada. Ése es el inicio de una legendaria firma que generación tras generación han llevado la marca desde el corazón más distinguido de la ciudad francesa a todos los rincones más lujosos del mundo.
Sin perder de vista el clasicismo, su incansable espíritu innovador a lo largo de su historia, ha situado a Cartier en la vanguardia de la creación. Como, por ejemplo, cuando Louis Cartier, nieto del fundador, adopta, tras años de investigaciones, la combinación de diamantes-platino para sus joyas de estilo guirnalda. Cartier lo teje en hilos muy finos para realzar la luminosidad de los diamantes y consagra definitivamente su legitimidad como metal precioso e irremplazable.
En 1997 Cartier celebra su 150 aniversario con una exposición que rememora sus cuatro primeras décadas, época en la que las tres sucursales históricas (París, Londres y Nueva York) eran dirigidas por los tres hermanos, Jacques, Louis y Pierre, nietos del fundador de Cartier. La exposición fue presentada en el Metropolitan Museum of Art de Nueva York y en el British Museum de Londres.
Además, de sus prestigiosas colecciones de joyas y relojes, la familia Cartier creció hasta abarcar también marroquinería, perfumes y accesorios como artículos de escritura, gafas, gemelos, encendedores, regalos de nacimiento, decoración, fulares, etc.
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